Sólo una hora para salvar el mundo

Si tuviera sólo una hora para salvar el mundo, dedicaría 55 minutos a definir bien el problema. (Albert Einstein)

A pesar de que esta frase pertenece a un científico, aparece citada muchas veces en sitios web dedicados temas de negocios o de organización de empresas. Es que con frecuencia las compañías no tienen la capacidad de reconocer y de formular con claridad cuáles son los problemas básicos que deben enfrentar y dónde tienen que concentrar sus esfuerzos. A veces se trata de grandes empresas, que coordinan el trabajo de muchas personas y que cuentan con enormes recursos, pero que en algún momento de su desarrollo olvidan el problema que es su misión resolver o lo definen de una manera equivocada, y confunden el camino. Entonces sus balances comienzan a ser negativos, el valor de sus acciones se desploma y finalmente quiebran o son absorbidas por otras empresas, normalmente de sus propios competidores.

Hay infinidad de compañías muy grandes que han fracasado por no definir correctamente los problemas básicos que debían enfrentar. Tres buenos ejemplos son Kodak, Olivetti y Blockbuster.

Logos de Kodak, Olivetti y Blockbuster
Tres grandes compañías que fueron a la quiebra

Para expresar la idea con la mayor claridad posible, voy a describir las razones que condujeron a la caída de estas compañías de manera muy simplificada. Kodak cometió el error de definir su actividad como la fabricación de rollos de película fotográfica (y cámaras para ese tipo de película), pero luego surgió rápidamente la fotografía digital y quedó fuera de ese nuevo mercado. Olivetti consideró que su actividad era exclusivamente la fabricación de máquinas de escribir, que luego resultaron obsoletas al popularizarse las computadoras personales. Y el modelo de negocio de Blockbuster, una cadena de locales donde se podía alquilar películas, no pudo competir con la televisión por cable y otras opciones que llegaron con Internet.

En cambio, si estas compañías hubieran definido mejor el problema al que debían abocarse, tal vez todavía seguirían siendo exitosas. Si hubieran incluido en su misión el desarrollo y la incorporación de nuevas tecnologías, cada una en su área específica, quizás hoy todavía seguirían siendo líderes indiscutidas.

Definir con precisión un problema, entonces, es fundamental para poder resolverlo y evolucionar. Y esto no sólo vale para las empresas, es igual de cierto para las personas, para cada uno de nosotros.

Entonces, ¿cuál es nuestro problema?

Nuestros problemas parecen ser muchos y sentimos que cada uno representa un obstáculo, pequeño o grande, que nos impide ser plenamente felices. Y nuestra vida adulta suele parecerse, entonces, a una carrera de obstáculos, en la que tratamos de superar sucesivamente cada uno de estos problemas.

Mafalda le dice a su madre: ¿Qué te gustaría ser si vivieras? (Autor: Quino)
Mafalda es un personaje de Quino

Pero en realidad no son los problemas los que afectan nuestro estado de ánimo, los que nos impiden ser felices, sino los pensamientos que tenemos, una y otra vez, respecto de esos problemas.

Son únicamente tus pensamientos los que te causan dolor.

Un Curso de Milagros, Lección 190

Lo único que nos impide sentirnos bien siempre, en todo momento, es la actividad de pensar de manera compulsiva. Es el simple hecho de estar pensando todo el tiempo, encadenando sin descanso un pensamiento (normalmente negativo) a continuación de otro.

Me voy a adelantar a posibles objeciones ante a una afirmación tan categórica.

  1. ¿Seguro que esta afirmación vale para todo el mundo?
    Bien. Vale para tantas personas que se justifica escribirla así, sin salvedades, sin mencionar casos muy particulares. Vale para todas las personas que llamaríamos comunes y que están viviendo en circunstancias que consideraríamos normales. En cambio, no se aplica a personas que están padeciendo dolor físico intenso, ni a personas que acaban de experimentar la pérdida de un ser querido, ni a personas que padecen alguna patología psiquiátrica. Seguramente no se aplica tampoco en otros casos excepcionales, pero seguirá siendo cierta para casi todas las personas que accedan a este blog.
  2. Pero, ¿qué pasa con los problemas serios y reales que podamos padecer? ¿Qué pasa si no tenemos trabajo, si estamos envueltos en conflictos graves, si somos víctimas de alguna injusticia? ¿Es posible sentirse bien en medio de esos problemas?
    Sí, es posible sentirse bien en medio de casi cualquier problema. No voy a argumentar aquí respecto de este asunto, sólo diré que lo que nos produce dolor emocional no es el problema en sí, sino nuestros reiterados pensamientos negativos acerca del problema. En realidad no nos perturban los problemas, nos perturbamos a nosotros mismos con nuestros pensamientos acerca de esos problemas.
  3. ¿Cómo podría alguien sentirse bien todo el tiempo? Eso es poco realista. Sólo nos sentimos bien cuando nos suceden cosas agradables, cuando se cumple alguno de nuestros deseos.
    Claro que nos sentimos bien cuando sucede algo que nos gusta… pero sólo por un tiempo. Luego nos olvidamos de la novedad o nos acostumbramos al cambio positivo y nuestro estado de ánimo vuelve a ser el de siempre. En cambio, sí es posible sentirse bien siempre, sin necesidad de que se cumplan primero ciertas condiciones. Pero antes debemos cambiar nuestros hábitos de pensamiento.
  4. Si esta afirmación fuera cierta, si fuera posible sentirse bien en todo momento, veríamos por todas partes a personas en este maravilloso estado de bienestar.
    Falso… Vivimos una triste realidad: todos podríamos ser plenamente felices ahora mismo, pero casi nadie lo comprende. Simplemente así sucede.
  5. La vida de casi todas las personas es monótona y aburrida. El dinero nos limita, el trabajo nos agota, la familia nos exige, la sociedad nos condiciona, etc. ¿Cómo alguien podría estar siempre feliz en un entorno así?
    Es que el bienestar al que me refiero no se relaciona con ese mundo «externo», sino que surge de nuestro mundo «interno». Sentirnos bien sólo depende de la manera en que funcione nuestra mente.

La solución: experimentar en vez de pensar

¿De qué sirve trabajar duro cada día, muchas veces ocupándonos sólo de los asuntos urgentes, si no estamos avanzando en la dirección correcta?

Mafalda dice 'Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante' (Autor: Quino)

Mientras sigamos actuando de esta manera, tratando de resolver sin éxito los mismos problemas «urgentes» de siempre, seremos como esas grandes compañías que finalmente fueron a la quiebra.

La manera en la que vivimos el momento presente es clave para sentirnos bien y, luego, para definir correctamente cuáles son esos asuntos que requieren nuestra atención.

Estar relajados y permanecer centrados en el momento presente, es la mejor actitud para enfrentar cualquier dificultad, para resolver cualquier problema. En ese estado somos mucho más productivos, es cuando nos sentimos realmente inspirados y así es como «recibimos» nuestras mejores ideas.

Mafalda, bajo la lluvia, dice: 'Qué hermosa lluvia' (Autor: Quino)

La clave está «escondida» en el momento presente. Si nos decidimos a dejar de lado los pensamientos que habitualmente nos abruman y nos concentramos en actuar de manera consciente, llevando a cabo con toda nuestra atención cualquier tarea que nos toque hacer, podremos acceder a una poderosa fuente de energía a la que casi nunca recurrimos, volveremos a conectarnos con esa profunda sabiduría interior a la que pocas veces escuchamos… y que está siempre esperándonos para llevarnos a un nuevo nivel de bienestar.

Axel Piskulic

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43 comentarios en “Sólo una hora para salvar el mundo

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