Hace un tiempo me plantearon este problema de ingenio:
Hay seis vasos, tres llenos y tres vacíos, dispuestos como los de la imagen anterior. El problema consiste en ordenarlos como se muestra en la imagen siguiente, pero moviendo sólo uno de los vasos:
(La solución, al final de este artículo…)
Es interesante ver que estos problemas, que al principio pueden parecer complicados o hasta imposibles de resolver, finalmente tenían una solución muy simple.
Nuestra propia existencia encierra algo así como un «problema de ingenio», cuya solución nos reportaría un bienestar desconocido: el momento presente, es decir, ese único instante en el que todas las cosas suceden, encierra un tesoro de alegría, plenitud y paz que tal vez sólo hemos experimentado en algunas circunstancias excepcionales.
La ilustración es de James Jean
Existen numerosas referencias acerca de esta posibilidad que está siempre a nuestro alcance pero que, sin embargo, normalmente no podemos descubrir.
Algunas son historias o parábolas, como la del anciano que mendigaba sentado sobre un simple cajón, que llevaba siempre con él, y que era una de sus muy pocas pertenencias. Un día le pidió limosna a un Maestro que pasaba por el camino, quien se disculpó porque no tenía dinero para compartir, pero le sugirió que revisara bien su cajón, el que finalmente, para sorpresa del mendigo, resultó haber estado siempre lleno de monedas de oro. O como el relato que cuenta que durante la Creación, la felicidad quedó escondida en el interior de cada ser, para recompensar a los más sabios o valientes o simples, es decir, a los únicos que la buscarían allí.
Un Curso de Milagros llama «instante santo», a ese brevísimo momento en el que alcanzamos la consciencia de nuestra verdadera naturaleza y experimentamos ese anhelado estado de bienestar:
Pues en el instante santo, el cual está libre del pasado, ves que el amor se encuentra en ti y que no tienes necesidad de buscarlo en algo externo… (Texto, cap. 15, V-9.7)
En el instante santo no ocurre nada que no haya estado ahí siempre. Lo único que sucede es que se descorre el velo que cubría la realidad. (Cap. 15, VI-6.1)
El milagro del instante santo reside en que estés dispuesto a dejarlo ser lo que es. Y en esa muestra de buena voluntad reside también tu aceptación de ti mismo tal como Dios dispuso que fueses. (Cap 18, IV-2.8)
No es el presente lo que da miedo, sino el pasado y el futuro, mas éstos no existen. El miedo no tiene cabida en el presente cuando cada instante se alza nítido y separado del pasado, sin que la sombra de éste se extienda hasta el futuro. (Cap. 15, I-7.2)
Algunas pistas:
No hay algo que tengamos que hacer para alcanzar ese estado, sino más bien algo que tenemos que dejar de hacer.
No es realmente un problema de ingenio, porque precisamente los más inteligentes, es decir, quienes tienen un ego más complejo y desarrollado, tienen más dificultades para «resolverlo».
No podemos sacrificar el momento presente, con la esperanza de que, gracias a nuestro esfuerzo o dedicación, los «futuros momentos presentes» serán mejores: Existe sólo un momento presente.
Es necesario alcanzar antes un cierto grado de quietud o de serenidad de la mente. Las técnicas de meditación o de respiración consciente pueden ayudar.
El amor incondicional hacia nosotros y hacia los demás y la completa aceptación de nuestra condición actual, son requisitos previos.
Y, finalmente, no se trata de alcanzar un cierto estado excepcional, sino de volvernos conscientes de nuestra verdadera condición o naturaleza. Será, tal vez, algo parecido a despertar de un sueño…
Axel Piskulic
Aquí, más información acerca del «momento presente».
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Solución del «problema de ingenio»:
Tomamos el segundo vaso, volcamos su contenido en el quinto y volvemos a colocarlo, ya vacío, en el segundo lugar.
NAMASTE!!