Compromiso

Compromiso y autoestima

Los siguientes videos de animación son muy originales y divertidos, y los dos cuentan una breve historia de amor. Pero tienen también otra característica en común. En los dos se evidencia el compromiso incondicional que es un rasgo central del amor verdadero. En ambas historias vemos actuar a los protagonistas sin dudas ni vacilaciones para defender a su compañero de cualquier peligro. ¡Como debe ser!

«Oktapodi», de Gobelins, ganador del Oscar 2009 al mejor cortometraje de animación.
Cortometraje «Meet Buck» (Conocer a Buck).

Estas dos «fábulas modernas» son efectivas precisamente porque los protagonistas se muestran naturalmente dispuestos a cuidar amorosamente del otro, en cualquier circunstancia y hasta las últimas consecuencias. Es esa característica de ser incondicional lo que diferencia al auténtico amor de otras emociones menos profundas con las que a veces lo confundimos. Y claro, ese compromiso y esa fidelidad son esenciales para que las dos historias tengan sentido y para que merezcan ser contadas.

Del mismo modo, sin ese amor incondicional por nosotros mismos nuestra propia historia se convierte en una historia triste, o por lo menos intrascendente. Solo queriéndonos y aceptándonos sin condiciones estamos preparados para disfrutar plenamente de la experiencia de vivir y para convertir nuestra historia en algo realmente interesante.

Amarse a uno mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida (frase de Oscar Wilde)

La realidad exterior en la que vivimos es una proyección de nuestro mundo interno. La relación que tenemos con nosotros mismos se refleja en todas las interacciones que tenemos con los demás, en cada situación o experiencia que nos toca vivir.

A todos nos gusta ser bien tratados, que se respeten nuestras necesidades y, en el caso de nuestra familia, que nos quieran incondicionalmente. Y aunque no lo pensemos con mucha claridad, solemos creer que si tratamos así a los demás, merecemos recibir «a cambio» el mismo tratamiento… como si se tratara de un acuerdo universalmente aceptado. Pero nos duele ver que con frecuencia los demás no respetan este «acuerdo».

El acuerdo que los demás sí cumplen, casi sin excepciones, es el de tratarnos tal como nos tratamos a nosotros mismos, mostrándonos como en un espejo las actitudes que tenemos hacia nosotros y las creencias que adoptamos respecto de nuestro propio valor.

«La vida te trata tal como tú te tratas a ti mismo.»

Louise L. Hay

Para los que comprendemos esta idea, se convierte en prioridad aprender a apreciarnos de manera positiva en toda situación, es decir, incrementar nuestro nivel de autoestima. La autocrítica sin amor no resuelve problemas, sólo los atrae. Si aprendemos a sentimos a gusto tal como somos, si tenemos una relación saludable con nosotros mismos, si somos capaces de vernos amorosamente en cualquier circunstancia, si tenemos un alto nivel de autoestima, es decir, si nos queremos sin condiciones, entonces nos sentiremos naturalmente merecedores de todo lo bueno, de cualquier cosa que anhelemos. Y ejerciendo nuestra milagrosa facultad de crear, haremos que nuestra vida y nuestras relaciones reflejen la plenitud, el bienestar y el amor que desarrollamos primero en nuestro mundo interior.

Compromiso con el momento presente

Del mismo modo que de todas nuestras relaciones es prioritario que sanemos la que tenemos con nosotros mismos, de todas las nuestras actividades hay una que requiere toda nuestra atención: experimentar conscientemente el momento presente.

Algunos están dispuestos a cualquier cosa, menos a vivir aquí y ahora (frase de John Lennon)

El origen de cualquier dolor emocional siempre parece ser el mismo: la realidad no se ajusta a nuestras expectativas y esto nos produce un cierto grado de frustración. Consciente o inconscientemente asignamos a nuestros deseos una importancia tan exagerada que sentimos que no podemos ser felices si no se cumplen. Pero esto es sólo un engaño de nuestro ego, de nuestro falso yo. Salvo en casos extremos, la felicidad es un estado interno que no depende de nada exterior y la única condición previa para alcanzarla es experimentar plenamente, conscientemente, el momento presente.

El siguiente video muestra lo que sucede en una cierta estación de subterráneo en la que una de sus escaleras tiene un escalón cuya altura es apenas superior a la de los demás (los textos en inglés al comienzo del video son solo una sencilla introducción).

«Escaleras del subterráneo de Nueva York», de Dean Peterson.

Cualquiera podría decir (y tendría razón, claro!) que la gente tropieza porque la escalera tiene una pequeña falla. Pero el video también muestra otra verdad más profunda, mucho más importante, que resulta evidente pero que a la vez pasamos fácilmente por alto: que la gente que sube esa escalera lo hace de manera mecánica, sin prestar atención a lo que está haciendo, mientras va pensando en otras cosas, muchas veces preocupada por lo que pasó o por lo que podría llegar a pasar.

Actuar de manera inconsciente o realizar de manera mecánica cualquier actividad, aunque se trate de una tarea rutinaria, nos debilita, nos quita entusiasmo, nos resta energía. Y le permite a nuestro ego distraernos de la realidad del momento presente con su constante flujo de pensamientos desgastantes.

Nuestro compromiso es, entonces, doble: amarnos y despertar…

Axel Piskulic

Si te gustó este artículo, por favor...

No te vayas sin compartirlo

No te vayas sin dejar tu comentario

No te vayas sin suscribirte gratis por mail... Gracias!

Para suscribirte gratis y no perderte ningún artículo

305 comentarios en “Compromiso

  1. Gracias Axel por el artículo de Alexandra Pumarejo, buscaré literatura… Qué cierto, si no somos capaces de perdonarnos a nosotros mismos, cómo seremos capaces de perdonar a los demás???

    Excelentes reflexiones

    Gracias ❤️❤️❤️????????????????

  2. Hola Axel, gracias, tal parece que estaba «esperando» este artículo… Una y otra vez «tomando» conciencia al leer lo que nos envias, comparto con Norma el porqué nos cuesta tanto amarnos, hago a diario un ejercicio de agradecimiento, de camino a mi trabajo agradecer 10 «cosas» lo que sea, y eso me permite tomar conciencia del presente…

    Gracias por estas «terapias» virtuales que con tanto amor nos envías…

    Un abrazo para todos ❤️❤️❤️❤️

  3. Me cuesta amarme, me doy cuenta porque cuando hay un reproche sobre mi accionar, me pongo mal. Creo que debo aceptarme como soy. Esto me preocupa: «La vida te trata tal como tú te tratas a ti mismo». Yo creo tratarme bien, hacer lo que me gusta y soy consciente del momento, lo disfruto, pero el mundo no me devuelve lo que soy. Me parece que lo del «espejo» no es tan así. Seguiré digiriendo…

  4. Cada vez que leo tus artículos me lleno de energía, de motivación, de esperanza, de ganas de tomar la vida por los cuernos del toro, gracias por todo lo que compartes, eres excelente… un abrazo!

    Con cariño lo mejor para ti y todos los lectores que nos esforzamos por ser mejores personas día a día y SÓLO POR HOY!!!

    Saludos

  5. Les recomiendo a todos una lectura de una periodista llamada Alexandra Pumarejo acerca de perdonarse a uno mismo y concluye con la siguiente frase «Perdonar a los demás no es un acto de generosidad con ellos sino un acto de incondicional amor conmigo misma».

    Respuesta de Axel para Juan Carlos:

    Hola Juan Carlos! Muchas gracias por la visita y por dejar tu mensaje. Buscando con Google encontré este breve artículo de Alejandra Pumarejo acerca del perdón y de la autocrítica:

    Soy una experta predicando la importancia del perdón, inclusive no hay frase que más me encante que esta de Buda: «aferrarse a la rabia es como tomarse un veneno y esperar que la otra persona muera».

    Capto perfectamente que perdonar a los que me infligen daño no es un acto de generosidad con ellos sino un acto de incondicional amor conmigo misma.

    Entiendo que si no perdono me arriesgo a quedarme estancada en el pasado con sentimientos autodestructivos como la rabia y el dolor. Al igual que sé que perdonar no implica que lo malo no haya sucedido, significa que yo no voy a dejar que el resentimiento me abrume ni dañe mi presente.

    Aunque la retórica la tenga clarísima confieso que no es un sentimiento reflexivo ni automático. Es una lucha constante y permanente, pero ahí voy. La gran revelación que he tenido, a raíz de una serie de circunstancias en mi vida, es que a la única persona a quien nunca ni siquiera hago el amague por perdonar, es a mí misma.

    He pensado que si yo tuviera una buena amiga que me hablara, me juzgara o me tratara como yo me trato, la hubiera ‘sacado del llavero’ hace años. Si cometo cualquier error, hago algún comentario equivocado o tomo una decisión desacertada no hay necesidad que alguien más me critique ni que me reclame porque el látigo que yo misma me doy es mucho más fuerte que cualquier ajeno.

    Cómo me cuesta de trabajo entender que el mismo principio de perdón que le aplico a terceros es igual o más importante aplicármelo a mí. Es claro que nunca podré avanzar en la vida ni ser feliz si no soy capaz de mirarme en el espejo y entender que errar es humano y que odiándome por ello no soluciono nada.

    C.S. Lewis, poeta y apologísta cristiano irlandés nos recuerda: «todo el mundo dice que la idea de perdonar es linda, hasta que nos toca aplicarla».

    Les hago esta confesión porque sé que muchos de ustedes, al igual que yo, luchan a diario por ser y hacer lo mejor posible con sus hijos, sus familias y en sus trabajos, pero a pesar de los incesantes esfuerzos permanece latente el mal sabor de estar fallando.

    Les pregunto: ¿será que este autocastigo mejora algún aspecto de nuestras vidas? ¿Será que repitiéndonos en cámara lenta nuestros errores, nos alivia el alma? ¿Será que tildándonos constantemente de ineptos o brutos nos hace más inteligentes? En mi experiencia, diría que no.

    Cuando nos predican que hay que perdonar a nuestros enemigos no se nos puede olvidar que no hay ningún enemigo más feroz y poderoso que el que vive en nuestra propia mente.

    Alexandra Pumarejo

  6. La razón, la vedad y coherencia esta inmersa en este artículo desde principio a fin y aunque la mayoría podemos saber que es así, ¿por qué nos cuesta tanto cambiar? No entiendo por qué perdemos nuestro valioso tiempo en depresiones, tristezas e insultos a nosotros mismo, por que nos hacemos daño, si realmente lo que todos queremos es ser felices… ¡Por Dios¡

  7. GRACIAS, por recordarnos que somos capaces de dar amor, sólo estamos un poquito dormidos, vivamos el presente, despertemos y seamos como somos, viviendo nuestras experiencias plenamente agradeciendo a Dios y a la vida siempre, siempre…

    Rosa Maritza

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *