Los circos de pulgas son espectáculos montados en pequeños escenarios donde pulgas comunes, luego de un período de adiestramiento, son capaces de llevar a cabo sencillas pruebas. Estos circos tan particulares realmente existen y algunas «funciones» están registradas en videos que pueden verse, por ejemplo, en YouTube.
Toda la información disponible coincide en que la etapa inicial del entrenamiento de estas pulgas consiste en conseguir que dejen de saltar, para que puedan ser manipuladas con relativa facilidad y para que lleven a cabo satisfactoriamente sus números durante el espectáculo.
Pero, ¿cómo se hace para que una pulga abandone un hábito tan arraigado como el de saltar, si no hay manera de comunicarse con ella para transmitirle esa idea, por más sencilla que sea?
Bueno, el procedimiento es muy simple: se encierra a las pulgas en recipientes de vidrio, dentro de los cuales son completamente libres de saltar a su gusto. Pero, lógicamente, cada salto les representa un terrible golpe. Finalmente, en algún momento, seguramente luego de muchos golpes, las pulgas comprenden que deben dejar de saltar.
También nosotros, en nuestras vidas, somos libres de actuar a nuestro gusto. Sin embargo, muchas veces repetimos conductas que nos conducen a situaciones dolorosas. Y como algunos de nuestros hábitos están profundamente arraigados, repetimos una y otra vez esas actitudes que nos resistimos a cambiar, aún cuando siempre generen situaciones conflictivas a nuestro alrededor.
Es como si luego de haber interrumpido la comunicación profunda con los demás, con el Universo, con Dios, no quedara otro recurso que permitirnos cometer estos errores, confiando en que el dolor que nosotros mismos nos causamos, finalmente nos haga reflexionar y preguntarnos si no habrá una manera diferente de conducirnos en la vida.
Axel Piskulic
Esto no tiene por qué ser así
Si no puedes oír la Voz de Dios, es porque estás eligiendo no escucharla…
Cuando tu estado de ánimo te diga que has elegido equivocadamente, y esto es así siempre que no te sientes contento, reconoce que ello no tiene por qué ser así…
Cuando te sientas triste, reconoce que eso no tiene por qué ser así. Las depresiones proceden de una sensación de que careces de algo que deseas y no tienes. Recuerda que no careces de nada, excepto si así lo decides, y decide entonces de otra manera…
¿Te has detenido a pensar seriamente en las muchas oportunidades que has tenido de regocijarte y en cuántas has dejado pasar?
de «Un Curso de Milagros» (Cap. 4, IV)
Los auténticos circos de pulgas no son tan divertidos como el de este video, una secuencia de Candilejas, una de las últimas películas de Charles Chaplin:
Muy cierto eso de repetir conductas indeseables, movidas por (hábitos que están profundamente arraigados) actitudes que nos resistimos cambiar.
Es el momento de invocar al «espíritu de sabiduría» para dejar de generar situaciones conflictivas a nuestro alrededor.
Gracias Axel por compartir y muy linda reflexión.